Platón
Platón ca. 428 a. C./427 a. C. – 347 a. C. Fue alumno de Sócrates y maestro de Aristóteles |
La belleza y la justicia
De acuerdo al argumento de Platón, tienen que existir ideas concretas (inmutables) e universales, porque si no hubieran ideas concretas de la belleza y la justicia, nadie sería capaz de comprender lo que se entiende por estos conceptos, y entonces nadie podría discutir acerca de tales nociones. La teoría de las ideas es la base de la más espectacular obra de Platón, La República. En un intento de entender la naturaleza de la justicia, se tratan los diálogos entre Sócrates y otros personajes, sobre un ensayo de desmantelar las opiniones que se tienen sobre estos conceptos para así llegar a su verdadero significado, y se llega a la conclusión de que el conocimiento sobre tales nociones deben contener la verdad, y que la verdad está ligada a las creencias. Pero nuestras creencias pueden basarse en razones incorrectas y erróneas y que aquellas creencias no pertenecen al verdadero saber.
El diálogo Teeteto se discute que el saber, en la realidad, se trata de conocimiento empírico sobre el mundo material, quiere decir el conocimiento que recibimos por medio de nuestros cinco sentidos. Pero la propuesta es rechazada por Sócrates, en particular, con el argumento de que las personas distinguen las mismas cosas en distintos modos. Un ejemplo es que el viento se puede sentir fresco para una persona pero para otra cálido. Pero ambos puntos de vista no puede ser verdad según Sócrates, ósea que el viento no puede ser fresco y cálido a la vez, y de esta manera rechaza Platón, así como Parménides, el denominado relativismo.
Creencia verdadera y justificada
El Siguiente intento en la discusión Teeteto es el de definir el conocimiento como creencia o convencimiento verdadero, pero Sócrates responde "no es cierto que cuando los jueces han sido convencidos según las exigencias de la justicia en un caso en el que sólo los que han visto, pero nadie más, entonces juzgan los jueces a base de rumores. Tienen una creencia verdadera, pero el juez sigue sin saber. Si juzgan de forma acertada, entonces sus convencimientos son correctos... Queridos amigos! Ahora bien, si la verdad, creencia y el saber fueran lo mismo, entonces nunca tendría el juez perfecto una creencia verdadera sino el saber. Pero ahora parece que son dos cosas diferentes." Esto nos lleva a la conclusión de que el conocimiento, ósea el saber, es más valioso que el convencimiento verdadero, o la fe auténtica. El conocimiento según Platón, es identificado como convicción verdadera acompañada de la razón que se liga a su creencia. Una consecuencia que da lugar a "creencia verdadera y justificada", que hoy conocemos como la epistemología clásica y emana a la teoría del conocimiento.
Epistemología
La justificacion del juicio.
Pirrón de Elis (c. 365-275 f.kr) se considera como el primer escéptico y ayuda a entender el saber o el conocimiento como un enlace al veredicto del juicio. Este planteamiento lo reutiliza Immanuel Kant, quien dice que el pensar es lo mismo que juzgar. Mi razonamiento es que si el conocimiento surge en el pensamiento y si la finalidad del pensar es el juzgar o dar un veredicto, se podría decir que la teoría del conocimiento hoy en día, se dedica a juzgar la facultad de juicio. Déjenme darles un ejemplo sobre el porqué el pensar se considera como juzgar. El pensamiento en si no es dar una sentencia, pues el pensamiento es mucho más que eso. No obstante, el pensamiento debe tener una causa y así como toda causa tiene un efecto, el objetivo del pensamiento está en su finalidad, la cual se puede denominar como “veredicto final.” A estos veredictos le llamamos conclusiones, y estas conclusiones se componen entre verdades y creencias. Aun así hay un gran peligro en la conclusión, ya que esta es el fin del pensamiento, podríamos concluir (en forma contradictoria), que cuando se llega a una conclusión se deja de pensar. Por lo tanto me atrevería a refutar que las conclusiones no deben ser concretas sino más bien indefinidas. No estoy queriendo decir de que no debemos encontrar una certeza, pero que esa certeza siempre se este balanceando con la inseguridad del escepticismo.
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